La iglesia desde muy antiguo a celebrado este tiempo de Cuaresma, como un periodo especial de penitencia para los creyentes, los bautizados, con el fin de generar una nueva reincorporación a la iglesia. Entendiéndose esto como una regeneración de la persona, es decir luego de realizar algunos procesos previos en su vida, estos serian reconocer la falta, arrepentirse, confesarla, publica o privadamente, hacer el firme propósito de enmendarse y reparar de alguna forma el daño producido.
En tiempos mas remotos este proceso se iniciaba el miércoles de ceniza, en que todos los penitentes, digámoslo del ultimo año, eran revestidos con una túnica de lino de saco y se les regaba cenizas, por todo el cuerpo y debían presentarse públicamente con este trajecito por cuarenta días, imagínese en el día de hoy, presentándose en miércoles de ceniza a julana de tal…, y la señorita esta… y al señor Dn… y a julano y sultano, y al jefe de… y a el dueño de… todos haciendo una fila en la iglesia para que lo revistan de lino de saco y le rieguen ceniza… seria un chiste, porque o vamos todos o no va nadie.
Supongo que de este razonamiento nació el carnaval de Rio. Claro, si todos vamos a ser vestidos como penitentes o apuntados como penitentes, entonces démonos 5 días de fiesta y desenfreno y hagamos samba canuta, si total la imposición va a ser la misma. Porque para los que no lo saben, el carnaval de Rio, se celebra cada año los 5 días previos a miércoles de ceniza, y se supone que para el día miércoles los brasileños comienzan una vida de absoluto arrepentimiento y penitencia, claro que su propósito dura solo hasta el próximo carnaval.
La iglesia a cambiado, pero normalmente en su forma, sin embargo su esencia sigue allí, inalterable, y una de sus grandes fuentes de sabiduría es precisamente la tradición, por ello aunque no entendamos muchas cosas o aunque nos parezcan absurdas o contrarias a nuestros tiempos, siguen teniendo una sabiduría y una esencia especial que quienes tenemos una fe madura lo reconocemos como una gracia de Dios.
Pero a que nos llama la iglesia hoy en esta cuaresma, indudablemente que el primer llamado es a reconocerse pecador, reconocer que nos somos perfectos, y aunque muchas veces nos subimos por el chorro, seguimos siendo simples mortales que cometemos muchos errores y solo creemos o aparentamos ser mejores que otros. Nos llama a arrepentirnos, es decir, a no hacerlo, ha desechar totalmente la idea, si yo me arrepiento de cruzar un río, simplemente no lo cruzo mas, si yo digo, esperare a que traiga menos agua, entonces no me estoy arrepintiendo solo lo estoy postergando. A que mas nos llama la iglesia, a confesarnos, pues aunque nosotros no digamos ni publica ni privadamente nuestras faltas, todo mundo se entera, sino pregunten por un vecino cualquiera, y van a ver que todo el mundo esta enterado de su vida, menos el vecino. Y por ultimo a reparar el daño realizado con nuestras faltas, aunque muchas veces no podamos reparar ese daño precisamente en la persona dañada, siempre habrá un hermano nuestro cercano en quien reparar nuestras falta, el problema es que normalmente no reparamos nada, y nos vamos campantes por la vida celebrando nuestras hazañas, como trofeos de guerra, como reductores de cráneo con las cabezas sangrantes en nuestras manos y nos olvidamos del hermano, o no reconocemos al hermano. Si cada vez que hacemos una estupidez tuviéramos la conciencia de reparar la falta y por ello, diéramos una limosna, regaláramos un pan, entregáramos una vestimenta, ayudáramos a un vecino, de seguro no habría hambre, no habría pobreza, no habrían muchas de las necesidades que vemos a diarios, pues nuestro pecado son tantos que bastaría y sobraría para reparar todas nuestras necesidades.
Pero en la iglesia antigua no quedaba el rito en el lino y la ceniza, sino que el sábado santo, para la misa de gloria, el penitente era despojado de su vestidura de penitente y se le revestía de seda blanca y se le recibía con la mejor fiesta y la mayor alegría, pues este hermano era redimido y perdonado por todos sin excepción. Y nunca mas se acordaban de su pasado. Pero hoy en día el hermano que yerra, el hermano que cae, aunque se arrepienta mil veces sigue condenado para siempre. por eso creo que este no es un tiempo solo para meditar, sin que para cambiar, y si no podemos cambiar colectivamente, al menos hagamos un esfuerzo personal y tratemos de cambiar nosotros. Ese ya es un primer paso que Dios sabrá recompensar.
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