miércoles, 15 de julio de 2015

FISCALES Y PATRONES, TRADICIÓN RELIGIOSA DE CHILOÉ (parte dos)

procurador escoltado por patrones mayores

Junto con los fiscales se instituyeron los patrones, no como una entidad aparte sino que como un colaborador del fiscal, aunque este tenia una labor totalmente independiente y diferente del fiscal, el patrón  era un complemento, por tanto nunca estaría en contra de su fiscal, contradeciría una orden, al contario  el patrón siempre tomaba en cuenta la opinión del fiscal en su labor  y normalmente el fiscal también consultaba con su patrón su propia actividad.   
El patrón era el que se encargaba de la parte económica de la capilla o de la comunidad antes que hubiera capilla, y entiéndase como parte económica todo bien que pudiera ser importante para la subsistencia de las personas y de las comunidades. Estamos hablando  de tiempos en que era mucho más importante tener una “vela” que tener plata, o tener una buena  hacha  que un reloj de oro.
Los sacerdotes jesuitas una vez que establecían una misión,  su primera prioridad era nombrar a un fiscal y a un patrón, este debía ser una persona honrada, responsable  y de respeto, con buena llegada entre su gente,  su primera obligación era por supuesto construir una capilla, para ello  este patrón debía visitar a toda su comunidad pidiendo la colaboración, en madera, en tejuelas, en horas de trabajo, y en todo lo que hiciese falta para la construcción de  la primera capilla, además debería conseguir el terreno, si es que el sacerdote no lo lograba  en los días de misión.  Siempre se procuraba  con mucho acierto el mejor lugar, que favorezca la navegación  o el acceso por tierra, que tenga espacio suficiente para que en su alrededor se instalen viviendas,  si es que ya no era una zona naturalmente poblada, por ello estos lugares fueron en su gran mayoría las ciudades y villas que hoy conocemos. Todos estos pueblos se levantaron alrededor de las iglesias las que tomaron formas muy particulares que le valió  ser nominadas muchas de ellas como patrimonio de la humanidad. 
Los sacerdotes  que en un principio formaban parte de los conquistadores españoles, pronto comienzan a buscar su propio financiamiento y riquezas, para ello basan su economía  en la exigencia de  diezmos y primicias  las que son  solicitadas a los  encomenderos  y una vez establecidas las capillas y convertidos los nativos  se hace  especial  hincapié  en predicar y establecer el cobro de diezmos y primicias  a través de los patrones. Dejándose en ellos la responsabilidad de  cobrar, recolectar  mantener y repartir estos bienes si fuera necesario. El diezmo  significaba la obligación moral de cada cristiano de aportar  el 10% de sus  haberes a la iglesia, esto como un mandato de Dios. Justificado en el antiguo testamento según algunos relatos bíblicos,  esto se traducía que de lo que producía el campesino, de cada 10 debía donar uno a la iglesia, si producía papas, de cada 10 sacos debía destinar uno a la iglesia, si se dedicaba a la tejuela, de cada  10 paquetes, uno debía donarlo, si eran terneros,  de cada 10, uno debía ser entregado a la iglesia, así en cada comunidad se podía reunir fácilmente 10 o 15 sacos de papas, muchas tejuelas y madera en general, animales, vacunos, ovejas, cerdos y hasta aves de corral, a esto había que agregar las primicias que son como los primeros frutos, y esto no solo de frutales, sino que los primeros frutos del trabajo de los campesinos de cada temporada, entonces se agregaba a este diezmo, el primer corderito de la temporada o si el campesino era productor de vacunos, aparte de el diezmo regalaba el primer ternero nacido,  algo así  como  para que le valla bien en la temporada.  Así el patrimonio de la iglesia si incrementaba mucho año a año,  pero como muchas de estas comunidades estaban tan distante de la casa  parroquial, era casi imposible hacer llegar estos bienes, entonces el patrón los administraba, los animales los mantenía en su propio campo o en campos  de los vecinos, los hacia abundar, como en la parábola de los talentos, y si el bien era perecible, como las papas, el trigo la avena y otros cereales , el patrón se encargaba de reducirlos a dinero, vendiéndolos y guardando  estos dineros para cuando llegara el sacerdote o el pudiera  entregarlos en la parroquia.  También el patrón podía  repartir  estos bienes a los más necesitados de su comunidad, o en caso de alguna emergencia, como incendios, terremotos, muerte inesperada, etc.  Esta caridad se hacia en nombre de la iglesia  y de cada una de estas donaciones el patrón debía rendir cuenta al menos una vez al año, o cuando llegara la misión a su comunidad, al sacerdote que llegase.  Curiosamente uno de los bienes  mas codiciados  en la antigüedad eran las velas, estas los hacían llegar los fieles a las capillas como mandas o promesas a sus santos patronos, pero también eran bienes muy codiciados por los  campesinos, pues la  iluminación nocturna de los hogares casi no existía, normalmente se usaban  unas mechas  empapadas en manteca o grasa  en un recipiente de greda o simplemente en una papa o nabo que se ahuecaba para tal fin, por tanto una vela era muy preciada  y el patrón podía hacer muy buenos negociados con este bien de la iglesia. Por ello se requería de un patrón muy  honrado y de gran sentido moral y social, pero que estuviera bajo el cuidado o supervisión del fiscal.
El patrón al ser encargado de la economía de la capilla también estaba a cargo del cuidado de lo material, como son la  capilla, construcción, reconstrucción, mantención, reparaciones;  del cementerio, en su cierre, mantención de cercos, mantención y cuidado del Campo Santo, distribución de lugares o sepulturas  a los de la comunidad. Mantención de cierre perimetral del terreno donado para la capilla, y por supuesto el especial cuidado de imágenes sagradas, altares, y demás  artículos religiosos de la capilla, como hábitos sacerdotales, cuando los había, libros o novenarios, cruces, etc. Por tanto el fiscal era el encargado de las  llaves de la capilla, casa ermita y  cementerio,
En la mayoría  de las capillas   al momento de donar un terreno para su construcción se  destinaba de inmediato una parte para el cementerio. Luego se edificaba la capilla, y mas tarde se comenzaron a levantar  al lado de las capillas unas pequeñas ranchitas que llamaron casa ermita,  normalmente estas eran  solo una cocina a fuego abierto al estilo chilote,  es decir   un lugar para el fuego  cercado por grandes piedras y con arena para cocer las tortillas o lo que hiciera falta, y un lugar  en el rincón  con `piso de tabla que permitía  improvisar una cama  con paja. Esta servía como refugio  tanto para la gente de la comunidad como para el sacerdote en tiempo de misión, pues en muchas comunidades muy pobre se negaban a recibir a un sacerdote  o el sacerdote no sabia donde ir y prefería quedarse en la casa ermita, esta siempre se mantenía con leña  y generalmente se podía encontrar  algunos utensilios  como ollas o teteras, sal para cocinar, papas y ajos. Así si el sacerdote llegaba de improviso, tendría lo esencial para  pasar la noche o si era requerido por algún viajero o alguien que hacia “quelcún”, el patrón facilitaba la casa ermita, mas tarde se fueron ampliando y mejorando en su estructura y fueron el centro y polo de desarrollo de todas las comunidades, se convirtieron en lo que hoy serian las sedes de las juntas vecinales, en ella se reunía la comunidad para  tratar los problemas de caminos, escuelas, puentes, canchas de futbol y de cuanta iniciativa naciera en la comunidad. Y por supuesto de toda la actividad de la iglesia, que crecía a medida que crecía la comunidad.
Con el paso de los años y a medida que las comunidades crecían  los patrones fueron perdiendo atribuciones  y manejo de bienes, ya sea porque los caminos o medios marítimos de transportes permitían la llegada mas continua del párroco, lo que les permitía manejar ellos  mismos sus propios bienes, reduciéndose así la labor del patrón al servicio de la capilla a su mantención y cuidado, al cementerio y la casa ermita, también con el tiempo, nacieron las cofradías de los santos, entonces cada cofradía se hacia cargo de la mantención y cuidado de su imagen, así  la cofradía de San Antonio se preocupaba  de “su san Antonio” y nombraba para ello un “patrón de imagen” de entre sus filas. Por ello el patrón de la Capilla pasa a llamársele el Patrón Mayor, que de hecho guarda la mayor  responsabilidad y el respeto de su comunidad y luego los otros patrones  sean de imagen o no, se les nombre patrones  segundo, terceros o cuartos según su importancia, Antigüedad o respeto de su comunidad.

En la actualidad la  institución de patrones se encuentra plenamente vigente y no hay capilla que no tenga su fiscal mayor y su patrón mayor, en los últimos treinta años se han incorporado las mujeres , tanto en la cofradía de fiscales como de patrones, especialmente  en la de patrones de santo,  esto motivado sobretodo por el alejamiento de los varones de sus comunidades de origen por demanda de trabajo, los que cada vez son mas distantes  con una demanda de tiempo mayor fuera de sus hogares, donde han tenido que asumir todos los roles la mujer, incluido el rol religioso que en la antigüedad estaba reservado solo a los varones.  El patrón en la actualidad sigue siendo el responsable de la mantención de los  recintos religiosos,  maneja las llaves de la capilla y de alguna manera los bienes si es que los hay. O es responsable de la conservación de ellos, generalmente no usan ningún distintivo especial, pero en muchas comunidades usan una pequeña bandera como distintivo en ceremonias importantes, en Calbuco donde quizás esté mas arraigada y tenga mayor connotación histórica, los patrones usan todos como distinción de su carácter una bandera generalmente blanca de unos 30 por 50 cm. Aprox. Y en cada festividad religiosa, especialmente en las de san Miguel  hacen el saludo tradicional, conocido como el “batido de bandera” que es un ceremonial antiquísimo  de sumisión, obediencia y honor  al santo patrono. Caracterizado por reverencias y genuflexiones    las que se han convertido en la esencia del patrón mayor.

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