viernes, 18 de mayo de 2018
PENTECOSTÉS.-
SI pudiéramos celebrar tres fechas de esplendor y gloria en la iglesia, una sería el ultimo día de la creación, cuando Dios creo al mundo, el segundo seria el día de la resurrección, que celebramos como la pascua y que seria cuando Dios salvo al mundo y el tercero seria pentecostés, cuando Dios infundio su espíritu en el mundo y en la iglesia y lo mando a la acción.
De pentecostés se podría hablar mucho, pero es como toda cosa sabida, así es que procuraremos hablar de cosas que no son tan sabidas o tan difundidas. O más bien de los errores que cometemos repetidamente la n cristianos sin darnos cuenta-
El primero es que tenemos la idea que el Esp. Santo, es Dios pero que llegó como al final, 50 días después de pascua. Y que es el motor de la iglesia. El que hizo caminar a los apóstoles y que ha hecho caminar a tantos cristianos de esta iglesia, pero que está como un poco ausente, y llega cuando se le pide o se le invoca. Pero no es así, el espíritu santo es Dios y como tal es “infinitamente perfecto” por tanto siempre a estado, estuvo, esta, y estará presente en el mundo y no solo en la iglesia. Y en este estar presente, está permanentemente presente, no solo cuando se le invoca, no solo cuando se le pide o suplica, el está presente permanentemente en nosotros, en todo momento y en todo lugar. Por tanto todo lo que hacemos, lo hacemos con la ayuda del Espíritu Santo. Pero cuidado, porque este Esp. Santo que es Dios, también aplica el libre albedrio, es decir lo malo no se lo podemos achacar al Esp. Santo, sino que a otro amigo, que también se mantiene bastante cerca nuestro.
Otra de las cosas que mueven a curiosidad es esa atribución que se le hace al Esp. Santo, de sus dones, y se enseñan los siete dones del espíritu, y se nos olvida que Dios es infinitamente perfecto y si solo tuviera siete dones no seria Dios. El espíritu santo tiene todos los dones y te da todos sus dones, si tu tienes el don de cocinar o de sembrar, es un don de Dios, del Esp. Santo, si tienes el don de enseñar, de tallar, de tejer y tantos otros dones que tienen algunas personas, esos dones agradécelos al Esp. Santo, estos dones que enseña la iglesia son los dones que te permiten ser un cristiano perfecto y todos buscamos la perfección, pero cualquiera sean tus dones mas sobresalientes, agradécelos al Esp. Santo,
Es este Esp. Santo que aletea sobre nosotros y que nos guía a la santidad y si podemos reconocer en nosotros sus dones o alguno de ellos, y nos esforzamos por cumplir con ellos, sin importar cuantas veces caemos, Este Dios nos seguirá ayudando e instando ha superarnos para alcanzar la salvación que no es otra cosa que la santidad. Y es este Dios el que Santifica su Iglesia. Hoy y aquí, por tanto nuestros errores y los errores de la Iglesia, como los que esta viviendo la Iglesia Chilena, si nos dejamos guiar y abrir nuestra venas al Esp. Santo, sin duda que se levantara una Iglesia mejor. Más justa, más digna, más caritativa y por sobretodo más santificada.
Otra de los grandes dones del Esp. Santo del cual se habla poco es ese don de sello, muchas veces cuando nos confirmamos alguien nos dijo que el Esp. Santo descendería sobre nosotros y pondrá un sello indeleble que nos consagraba como verdaderos soldados de Cristo. Pero como al confirmarnos no apareció sobre nosotros una llamita y el sello en la frente no dejo ninguna marca y la mano del confirmante no quemo, ni marco ni mancho, pronto nos olvidamos no solo de este sello sino que hasta del sacramento recibido. Pero la verdad es que el Esp. Santo pone su sello en todos los sacramentos. Cuando Jesucristo dijo “hagan esto en memoria mía” no es simple memoria es un pacto indeleble que une nuestra naturaleza con la naturaleza de Dios, y cuando el sacerdote eleva el pan y el vino es dios quien sella en ese momento, aquí y ahora este pacto y convierte el pan y vino en el cuerpo y sangre de Cristo y no es ni dios padre ni dios hijo quien realiza el milagro pues es el Esp, Santo que está presente en esa iglesia y él en su santísima trinidad es quien sella este pacto y lo convierte en sacramento. Pero también lo hace cuando el sacerdote derrama agua sobre la cabeza del bautizado y al proclamar el bautismo en el nombre del padre del hijo y del Esp. Santo. Es éste quien sella con su espíritu este pacto para que sea este niño “bautizado” y convertido en hijo de Dios. Pero también lo hace cuando los novios mutuamente se dicen el “yo… fulano de tal… te recibo a ti como esposa...” es este mismo Esp. El que sella este pacto y convierte esta voluntad en sacramento, también lo hace en la unción de los enfermos o en la ordenación sacerdotal, y en la confesión, elevando este perdón a pacto y sello sagrado, convirtiéndolo en sacramento. Por ello siempre hay una oración especial al Esp. Santo en cada sacramento. Por que es el quien se encarga de sellar y sacramentar con su espíritu esta acción humana.
La expresión “templo del Esp. Santo”, se refiere a esto mismo. Esta presencia permanente de Dios en nosotros, a este Espíritu de Dios que no nos abandona. Y aun en nuestros momentos de debilidad y flaqueza, si hay arrepentimiento, el levantara desde la tierra a sus hijos para hacer de ellos, unos nuevos hijos de Dios y levantara a su iglesia fortalecida y santificada sin importar la circunstancia. Y eso es lo que esperamos en estos momentos dolorosos de la iglesia chilena.
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