Es bueno
dejar por asentado que un reitimiento no es lo mismo que un yoco, aunque ambos
sean equivalentes, congruentes y colaterales.
Partamos
por el principio, lo primero que necesitamos es un chanchito de año y medio,
mas menos, puesto al chiquero como en octubre, para que este listo para el
reitimiento en el invierno siguiente,
julio o agosto debería ser la fecha indicada, ahora si va a ser todo yoco,
entonces la fecha indicada es la noche
de san Juan, en junio o para un San
Luis, Guillermo, Enrique o Rosendo. ¿Por qué reitimiento?, porque lo que se
réite o derrite, es la manteca del cerdo, bueno y desde allí salen los
chicharrones, la manteca o grasa del cerdo, para los que ven cocina
internacional podríamos decir que esto es básicamente el reitimiento del
cerdo, pero para llegar a esto hay un
largo proceso, pensemos que el animalito con sus 8 meses en el chiquero, podría
llegar a pesar fácilmente 150 kilos y mucho mas, entonces esta no es faena para
una sola persona, entonces el dueño de casa necesita ayuda, para lo cual
“invita” a sus vecinos, familiares o amigos a un “reitimiento”, no paga para
realizar un trabajo, invita a algo bueno, un reitimiento, agradable, divertido,
gratificante, aunque tenga harto trabajo, los invitados comienzan el trabajo
con la matanza del animal, por supuesto antes ya se tomo mate, ahora cada cosa
va dando origen a otra, por eso al sacrificarse el porcino, se le recoge la sangre en un tiesto bien
limpio, pues con ella se harán las prietas, luego viene el quemado, en lo
posible con ramas de quila o coleo, para que quede bueno y parejito en su
quemado, una vez tostadito el cutis del chancho y bien limpio con abundante
agua, esta lita la tragua o chagua para el primer “dámele gusto”, esta se saca
en tiras y ojo que estas tiras marcaran
el porte de las lonjas para los chicharrones, junto con esto viene el vaciado de los interiores, esto
hay que tratarlos con mucho cuidado, con las tripas o intestinos se hacen las
prietas, pero también hay que seleccionar
trozos del intestino, para el queso de cabeza, la longaniza y dejar
aparte el librillo para el queso de vaca.
Ya con los
interiores seleccionados, viene el primer causeo, para la familia y los
invitados. Corazón, hígado, pana, gofe (pulmones) y todo lo que pueda ser
comible va a la olla, con su buena porción de chalota y su par de cacho de
cabra, acompañado de papas mayo o enterradas,
este causeo es como para levantar a los dioses, acá ya la faena sacó
chicha, así es que desde aquí en
adelante es pura alegría.
Ahora
viene el despostado del animal, primero sacamos la gordura con “malicia” para
los chicharrones y luego se va despostando pieza a pieza la carne hasta dejar
solo la cabeza colgada, mientras tanto las mujeres, sobretodo las mas
jovencitas se encargaba del vaciado y lavado de las tripas, solo se sacara
antes la “mantilla”, (grasa muy fina y delicada que se adhiere al intestino
permitiendo un delicado acomodo en el interior que al sacarse y extenderse parece un tejido a crochet)ella servirá para el relleno
de las prietas, esta se corta en trocitos y se sofríe con la chalota y el ají
cacho de cabra, orégano y otros condimentos que le darán todo el sabor a la
prieta, la señoras mayores se encargaran del trabajo de las prietas, mientras
que los varones se afanan con los
chicharrones, sin abandonar ellas el mate y ellos la chicha. Con las lonjas de grasas
se hacen pequeños cubos, luego sal abundante y al caldero de tres patas, ese es
el bueno para los chicharrones, la manteca se mide en latas parafineras, ¿Qué
es eso? Yo tampoco lo se pero eran unas latas cuadradas que debían contener 15
o 20 kilos de manteca cada una y un reitimiento para que se precie, debería superar las seis latas.
En pleno
reitimiento y como ya es hora de comer de nuevo, mientras se hierven las
prietas, y aprovechando la manteca caliente, de los calderos, en uno se cuecen
las solapillas salada y dulces que prepararon las chiquillas, las saladas bien
esponjosas con maza bien leudadas y las dulces con bicarbonato y huevos y poco
leudado, y que quedan para rechuparse los dedos. Junto con esto en el otro
caldero de los chicharrones, se colocan trozos de pura carne los que se sacan
luego una vez cocidos para que no se endurezcan tanto como los chicharrones,
mientras alguna de las damas, raya algunas papitas y con la mayo que sobraron
del causeo se hacen los milcaos fritos, todo esto por supuesto se realiza en la
cocina a fogón, mientras que en la cocina a leña se hierven las prietas y
aprovechando el fuego y la gentileza de las visitas, se hace abundante pan que se cocina en el horno de la estufa a
leña.
Una vez ya
terminada la faena, con la noche ya entrada, con el cansancio y la alegría
reflejada en el rostro, mas la chichita y el vino acumulado a través de toda la
faena, y luego de la cazuela con luche del medio día y los mates con asado y sopaipillas de las
onces, llega la hora de hacer honor a la
familia y a las prietas que cerraran el convite, y al anuncio de retiro de los invitados, allí
la patrona o dueña de casa prepara el ultimo engañito como agasajo a sus
invitados, o familiares que lo acompañaron. Una sopaipillas dulce y una salada
por persona, supongamos una familia de cuatro personas, entonces son 8
sopaipillas, pero hay que ponerle un pancito también a la vecina, (¡el pan!), chicharrones por cierto, una
buena porción, pero como no va a llevar una prietita, una chiquita (como de
kilo), un rollito de tragua, no mejor dos, pero hagámosle al compadre un
cariñito con un tarrito de manteca, (tarro de café de aprox. Un kilo) y un trocito
de carne fresca (unos dos kilos m/m) y
todo esto acomodado en un canastito (mas bien canastote) toco cubierto con un
paño harinero. Esto era el famoso “yoco”, es decir toda la faena, desde la matanza, pasando por
los chicharrones, la manteca, la longaniza,
el queso de cabeza si se alcanzaba, la carne,
separada en pociones y puestas al ahumado, las prietas, las sopaipillas los chicharrones y el milcao,
formaban parte del reitimiento, este podía incluir música en vivo, canto y
baile y todo lo que la familia se propusiera. Y el yoco era solo este
canastito que la dueña de casa preparaba, al momento de retirarse alguno de sus
invitados, para que se le lleve a su casa y puedan disfrutarlo con los suyos al
día siguiente del reitimiento.
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