El folklor
siempre ha estado ligado al campo, a lo
rural, a las costumbres de los campesinos,
o de los grupos aborígenes ligados a lo rural, aunque hay muchísimo
folklor urbano, este difícilmente se reconoce como folclórico, aunque últimamente
se esta tomando conciencia de este folklor urbano.
Ahora
dentro del folklor campesino, o rural hay como dos partes, una que tiene que ver con la faena campesina,
la que por situaciones particulares, toma cierta característica en su forma de
realizarla y la que con el tiempo y ya superada por la tecnología, se vuelve
una muestra folklórica, ej., “trilla a
yegua”, “aserrar a brazo”, etc. La otra
corriente viene de la forma ancestral, la que no varia mucho, pese a la
tecnología, esto porque al usar tecnología en un producto ancestral, este
producto ya no se reconoce como tal, aunque el resultado seas idéntico, ej.:
una “chuchoca de papas” para que sea chuchoca hay que cocerlo adherida a un
palo y a las brazas, la misma maza puesta en un horno de piedra para pizas, podría
lograr el mismo resultado, pero difícilmente podríamos llamarla chuchoca, de
aquí la diferencia ancestral del “curanto al hoyo” y “curanto a la olla” ,
para muchos el curanto chilote es solo el que se cocina “al hoyo”, el
que se cocina a la hoya es un “pulmay”,
aunque el pulmay tiene otro concepto, pero para muchos el curanto a la olla no
pasa de ser un pulmay con agregados.
Hubo
un tiempo por allá por los años 60, cuando se produjo una gran emigración del campo a las ciudades, pero esta migración
no solo tenia que ver con un movimiento de personas, sino que además con un
recambio de tradiciones campesinas, con un deseo imparable de asimilar
costumbres urbanas en nuestros campos, de usar su tecnología, sus adelantos, sus modas, sus recursos,
entonces se usa la cocina a leña, la radio receptora, los zapatos y zapatillas,
la mantequilla del pueblo, el pan de pueblo , etc. Muchos abandonan costumbres
ancestrales y se reemplaza por costumbres urbanas, desaparece el caldero, por
ejemplo, la media de lana, la ojota, la trilladora a brazos, el serruchón y
tantos otras cosas que fueron reemplazadas o tomadas de otra fuente, como por
ejemplo la harina tostada, se dejo de hacer en el campo, ahora la
compramos a un molino, pero nunca el campesino a renunciado a la harina
tostada.
Recuerdo
que por aquellos años se vivía un desapego muy grande al campo y hubo que
inventar formulas para que los campesinos no abandonen la tierra, para valorar
no solo su trabajo, sino que vuelvan a apreciar la tierra, sus costumbres y
tradiciones, surgen por esa época o toman un lugar protagónico, movimientos y
organizaciones, como la reforma agraria,
la CORA, el INDAP, el INPRU, el IER y
tantos otros que quisieron devolverle la dignidad al campesino, yo estuve
ligado al IER, instituto de educación rural, una organización de iglesia que se
preocupaba de revalorizar las faenas campesinas ancestrales actualizándolas o
mejorando algunas condiciones técnicas o higiénicas, es así como se dictaban
cursos cortos de ganadería, fruticultura, sanidad animal, poda, telar, teñido
de lanas, cestería, mermeladas, conservas, etc. Para ello se visitaban algunos
lugares y se dictaba un curso de acuerdo
a lo mas arraigado del lugar,
apicultura, almácigos, huertos caseros, etc. El IER en conjunto con
INDAP, comenzaron por esos años a hacer
lo que llamaron los “festivales campesinos”, los que después de un curso o un
programa terminado, se hacia un día de campo, donde se mostraba lo aprendido,
pero también se mostraban costumbres y tradiciones antiguas, tecnología y
maquinaria ya en desuso y sus nuevos reemplazos, todo esto acompañado por
música y bailes o representaciones de los mismos participantes, los que en forma
jocosa comenzaron a rescatar sus propias tradiciones y mostrarlas a quienes
quisieran verlas, este fue el verdadero inicio de lo que hoy son los ya tan
populares y conocidas “MUESTRAS COSTUMBRISTAS”
donde quizás la mas antigua y de mejor desarrollo ha sido la muestra costumbrista de Castro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario