domingo, 29 de agosto de 2010

UNA VIDA DE ERRORES


ETELVINO AGUILA OJEDA.

La vida de una persona parece ser muy larga, cuando se es joven, parece que los 30 o 40 años es una eternidad, a la que difícilmente se alcance, pues nadie se ve tan cambiado como para aceptar ser como muchos “viejos” de cuarenta, pero cuando se llega a esta edad es difícil aceptar que se esta en la mitad de la vida y normalmente se piensa que es la mejor época de su vida, en que todo parecen ser realizaciones, a esta altura ya se tiene pareja, un trabajo estable, hijos, casa, auto, etc. Muchas de sus metas de juventud o se han cumplido o ya se han cambiado y desechado y ahora son otras las metas que se están cumpliendo, y el llegar a los 80 parece una estupidez, fácilmente uno reniega y se vuelve inmune a esa decadencia, nadie con 40 puede imaginarse que en algunos años mas, caminara despacio, usara lentes, se olvidara de algunas cosas, tendrá el pelo cano o teñido, no gustara de salir tanto, se dormirá temprano y cada vez que lo visite alguien dirá ¿y este quien es?
Lo mas curioso es que así como van pasando los años no vamos convenciendo a nosotros mismos que hacemos todo bien. Y prácticamente no reconocemos ningún error, a no ser que este hubiese sido “tremendo condoro” , pero si uno observa detenidamente la realidad y sobretodo nuestra propia realidad, nos vamos dando cuenta que nuestra vida esta llena de errores, que hemos cometido tantos errores que después de muchos de ellos hemos tenido un acierto y este acierto parece ser que borra de una plumada todos los errores anteriores, es casi lo mismo que jugar a un juego de asar, cada vez que jugamos perdemos, pero si ganamos una vez, nos convertimos en ganadores, sin importar cuantas veces antes perdiste. Pude que la proporción sea uno a cien, pero lo único que vale y que queda es que ganó, y comenzamos el juego de nuevo, seguimos apostando perdemos cien veces mas para ganar una y a medias.
En la vida cada día realizamos muchísimas acciones, y cada acción tiene un resultado, la mayoría de los resultados son negativos, pero, o nos conformamos con el, no le damos importancia, lo aceptamos como bueno, repetimos la acción hasta mejorarlo, y si no tenemos otra oportunidad, simplemente enmendamos el rumbo, dejando atrás para siempre ese fracaso.
Los pequeños errores ni siquiera los consideramos, solo cuentan los grandes, sin embargo es sabido que los grandes logros están hechos de cientos de pequeños logros, pero así mismo los grandes errores están llenos de pequeños errores que no reconocemos, pero nuestra actitud normal, nuestra acción normal, nuestra conducta moral, nuestra interpretación de un hecho, debería ser reconocer el error de inmediato y tratar de enmendarlo de inmediato y antes de cometerlo, razonar antes, meditar, medir, discernir, escoger antes y luego ejecutar la acción con la certeza que estas haciendo lo correcto, y no ejecutar la acción, y cuando el leño no entra en la cocina, recién considerar el cambiarlo.
Pero estos errores transformados en aciertos o acciones aceptables también se pueden transformar en bienes aceptables, esperados, deseados y necesarios para la vida,
Como aquel que decide construir una casa, y pese a los clavos que se le doblaron, las piezas que no ajustaron, los desniveles en algunos lados, las tablas un tanto corridas, los pie derechos que no siempre ajustaron, y un ciento de errores mas, pero en definitiva, lo que tiene es una casa, y es una casa enteramente habitable, a su gusto y muy confortable.
Pues así somos con nuestros errores, tenemos que cometer muchos para cada día ir mejorando y transformando nuestros errores en fortaleza, en aprendizajes, en perfeccionamiento, en ajuste de medidas y criterios, en nuevas perspectivas y nuevos planes de progreso, para llegar a la obra maestra que transformará nuestros errores en triunfos, como una casa, una esposa , un hijo, y tantas otras cosas que hacen de esta vida digna de vivirla y agregan como valor asociado, amor, felicidad, orgullo, cariño, comprensión, dedicación, honradez, lealtad, y tantos otros valores, que se comienzan a forjar en los desvalores que pasan por nuestra vida. Nuestra meta es sin duda ser como el científico, que antes de llegar a la formula que salvará al mundo, tubo que pasar por mil errores y por mil experimentos fracasados, pero cuando lo logra en el ultimo, esta obra maestra se transforma en la panacea y ya no hay que seguir experimentando. Ahora se viene el nuevo proyecto.
Pensemos un poquito en nuestros errores, pongamos mas atención en ellos, tratemos de no producir tantos y ni tan seguidos, y alo mejor cuando menos nos demos cuenta nos transformaremos en los grandes vencedores, con acertividad y creatividad. Haciendo uso de esa condición tan del ser humanos que es su capacidad de pensar y actuar con conciencia moral transformándose así en un verdadero hijo de Dios.

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