domingo, 29 de agosto de 2010
A PROPOSITO DE LA FIESTA DE SAN MIGUEL
ETELVINO AGUILA OJEDA
Una nueva fiesta de San Miguel o de los Indios Caciques y Calbuco parece remecerse de su aletargamiento religioso, cada imagen que ingresa al pueblo hecha al viento las campanas y muchas veces también los bombos y guitarras aunque las comitivas de las comunidades rurales se han visto bastante reducidas, no decaen en su entusiasmo , ni en su fe inquebrantable y mas que nunca parecen aferrarse a la esperanza. Hay tanta necesidad de esperanza, de confianza, de esperar un año mejor, una mañana mejor.
Este año como nunca se vivió una fiesta,. Podríamos decir “movida”, pues se han sumado algunos acontecimientos que la hacen especial, entre ellas el hecho que la parroquia cumpla 300 años de existencia es mas que suficiente para celebrar, pero se sumó que en esta misma fecha llega la virgen peregrina enviada por su santidad el papa Benedicto XVI , por la reunión del decanato con imágenes tan importantes y tradicionales para este pueblo como son la Candelaria de Carelmapu y la virgen del Rosario de Maullin y tantas otras imágenes de diferentes comunidades cristianas que nos demuestran mas que nunca que la fe esta viva en nuestra gente y que solo se necesitan obreros en la mies del Señor. Agreguemos a esto la visita del sr. Cardenal y de nuestro pastor Nuestro 0bispo Cristian. Creo que en definitiva Calbuco esta para grades cosas.
Junto a la Candelaria y a petición de un peregrino le contaba algunas historias y por cierto que se muchas, pero quise hacer recuerdo de una tradición de la Candelaria de Carelmapu que no es tan antigua y que nació por un acontecimiento muy fortuito y que me toco vivir cuando yo era un activo participante de la pastoral de la Parroquia de Maullín y del Santuario de Carelmapu. Me refiero a la “Misa de la aurora”, una misa extraordinaria que se celebra en lo alto del cerro la Picuta al clarear el día, saliendo en procesión desde el templo, con las respectivas candelas al aire. Esta tradición no es tan antigua y nació precisamente después del golpe de estado de 1973. por aquel tiempo siendo párrocos en Maullín el Padre Jaime Ringeling Lhig, nos toco celebrar la fiesta de la Candelaria en febrero de 1974, cuando se encontraba en vigencia el estado de sitio con toque de queda entre las 24 hrs y las 6 de la mañana, horario en que no se permitía a nadie en las calles y ni siquiera se podía estar en carpas en las veredas, habiendo muchísimas personas sobretodo peregrinos y comerciantes venidos de otras ciudades que no tenían donde quedarse y que un buen rato antes del toque de queda ya se encontraban dentro del templo no menos de treinta personas que nos suplicaban que los dejemos pasar la noche dentro del templo, que ellos se quedarían tranquilitos pero que por favor no lo desalojemos, pues no tenían donde ir y de seguro serian detenidos y eso les podría traer mas de algún inconveniente. Después de mucho rogar y pensar en la situación de esos pobres diablos, y de nuestra propia situación decidimos cerrar nuestras puertas a las 12 de la noche dejando a todos adentro, pero decidimos quedarnos un grupo para cuidar el templo y no permitir que se provoquen escándalos o irreverencias al santísimo o problemas con las cosas y lugares sagrados que tanto querían y defendían los habitantes de Carelmapu. Fue así como el grupito que quedo como una forma de hacer mas corta la noche y de pasar el frío, decidimos hacer algunas dinámicas y canciones propias de la festividad intercalando algunos rezos y oraciones a la que se sumaron de muy buen grado los alojados, comerciantes , y peregrinos que se habían quedado en el templo, muchos de ellos se sintieron sorprendidos y desconcertados, pues se habían encontrado sin quererlo con su propia fe, y mas de alguno con lagrimas en los ojos agradecían la oportunidad como un verdadero milagro que les otorgaba la virgen. A las seis de la mañana cuando pudimos nuevamente abrir nuestras puertas, muchos nos pidieron que repitiéramos la experiencia el próximo año y que ellos vendrían gustosos nuevamente a participar de esta vigilia. Fue así como para el año siguiente nos preparamos con tiempo con una vigilia en que participaba toda la juventud de nuestras capillas y toda las personas que quisieran, cerrándose las puertas nuevamente a las 12 de la noche pero para abrirlos a las 6 de la mañana con toque de campanas y con una procesión con todos los que habían alojado en el templo quienes con una vela encendida llegaban a lo alto del cerro donde se celebraría la primera misa del día.
Esta primera misa resulto emocionante, muchos peregrinos que no habían participado de la vigilia, pero que sabían de esta actividad, al toque de campana abandonaron sus lechos y se unieron a esta peregrinación que Dios quiso bendecir con un sol espectacular que se elevaba lentamente en lontananza mientras sobre el altar se levantaba el pan y el vino, en manos del sacerdote. Rodeado por estas espectaculares sombras negras que con una candela en la mano vencían poco a poco las tinieblas y pasaban a la luz admirable.
Así nació la misa de la aurora y así nació una de la tradiciones de la Candelaria de Carelmapu que nosotros debemos preservar y querer con toda nuestra fuerza que se renueva año a año no solo en Carelmapu, sino que espacialmente en Calbuco en esta tan tradicional Fiesta de la Asención del Señor, en esta fiesta de los Indios Caciques que nos toca heredar y representar y que dan un toque de fe y de gracia tan especial a los calbucanos que cada año se vive y se quiere, no solo tradición como sucede en muchas partes sino como vida, como vida que mueve a las comunidades y a las familias a ser mejores y servirse en el espíritu que Jesús les viene enseñando por mas de trescientos años.-
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