El bouwling o matonage escolar esta llegando a limites insospechados, donde mas que actitudes propias de escolares o de adolescentes, se ha transformado en matonage que raya simplemente en la delincuencia o en la enajenación sin sentido de mentecitas en desarrollo que parecen atrapadas por unas deformaciones extrañas producto del bombardeo internetizado de los últimos años.
Nada de esto seria tan grave, si sus participantes supieran donde están los limites. Donde esta la razón, donde esta la decencia, donde esta el respeto propio y el respeto por los demás, si hubiera en estos actos algo de cordura, de percepción de la realidad y el deseo de querer aprender, respetar la opinión de los demás, sobretodo de sus mayores, de sus padres y de sus profesores.
Treinta o cuarenta años atrás, había tanto bouwling como ahora, siempre el cabro grande le pega al mas chico, siempre al cabro porfiado se le ponía un sobrenombre, siempre al cabro con un defecto se le llama por su defecto. y cuantas veces se agarraban a trompadas hasta que se cansaban o hasta que uno mayor decía basta, y allí terminaba, luego en una situación de respeto mutuo podríamos decir “tan amigos como antes”. Nadie se traumaba porque le pusieran un sobrenombre, por el contrario, el chueco Peralta, es chueco peralta desde que llego a la escuela, hoy en día ni el sabe como se llama, creo que mas se ofende si le dicen Dn. Arturo Peralta, que si le dicen “chueco peralta”, cuantas veces nos pasó que ante una situación problemática “nos pescaba el profesor de una orejita y después de corregirnos por nuestra falta, debíamos pedir perdón y darnos la mano, o un abrazo” y allí terminaba todo, y esto no era solo cosa de profesores, nuestros propios padres cuantas veces nos agarraban de un alita y a pedir perdón donde el vecino y al hijo del vecino con quien nos habíamos agarrado a trompadas. Nunca supe de alguien traumado, con tratamiento siquiátrica, con intervención policial, con denuncia a los juzgados, con amenazas de la familia o con agresión a un profesor o a una persona mayor. A los mayores se les respetaba, y todo el que tuviere un grado mas que uno, se le consideraba una autoridad y no solo se le respetaba, sino que se le escuchaba y se le obedecía.
Pero hoy en día se han perdido totalmente los limites y el valor de las cosas, un niño que se confronta con un compañero aunque sea por una tontera, va en busca de un arma y dispara sin ninguna contemplación ni remordimiento, como si una vida fuera un mono animado que se apaga con el clik del arma, el problema es que con otro clik no vuelve a la vida, sino que cobra otra. Nadie piensa, nadie razona, pegarle a alguien porque es moreno, porque es flaco, porque es chico, porque tiene algún tic o defecto no tiene sentido. En nuestros tiempos una persona con un defecto se le quería y se le ayudaba. Aunque algún sobrenombre tenia, este no ofendía, mas bien identificaba. Hoy en dia se ha perdido totalmente la decencia, pero es un hecho que la mayoría de los niñitos en el jardín “ya pololean”, y los padres y profesores le celebran estos pololeos, pero no lo celebran tanto cuando a los 8 o nueve años sus hijas tienen relaciones sexuales o cuando a los 12 son arrastradas de las mechas por otra compañerita que le levanto el pololo, perdiéndose todo el respeto propio y el respeto por el otro, ahora ya no importa si tienes relaciones sexuales antes de llegar siquiera a la adolescencia, lo que importa es si te cuidas o no, si usas condón, tampoco importa si tomas, si fumas, si te drogas, si te curas “con raja y todo” como dicen los jóvenes, lo que importa es que lo pases bien, que esté bueno el carrete, que seas libre de hacer lo que quieras, sin trabas, porque sino se trauma el “pobre pajarito”. ¿Cuantos tienen interés en aprender y en superarse?, en ejercer sus derechos y cumplir con sus deberes?. Pocos, porque hoy todo lo saben, el Internet misericordioso lo soluciona, nada es ajeno, nada es nuevo, los adultos hacen cosas de niño y los niños cosas de adultos. Lo malo es que también se hacen cosas de adultos con niños y los niños hacen cosas con los adultos y luego nos quejamos y ponemos el grito en el cielo.
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