procurador escoltado por patrones mayores |
Junto con los fiscales se instituyeron
los patrones, no como una entidad aparte sino que como un colaborador del
fiscal, aunque este tenia una labor totalmente independiente y diferente del
fiscal, el patrón era un complemento,
por tanto nunca estaría en contra de su fiscal, contradeciría una orden, al
contario el patrón siempre tomaba en
cuenta la opinión del fiscal en su labor
y normalmente el fiscal también consultaba con su patrón su propia
actividad.
El patrón era el que se encargaba
de la parte económica de la capilla o de la comunidad antes que hubiera
capilla, y entiéndase como parte económica todo bien que pudiera ser importante
para la subsistencia de las personas y de las comunidades. Estamos
hablando de tiempos en que era mucho más
importante tener una “vela” que tener plata, o tener una buena hacha que un reloj de oro.
Los sacerdotes jesuitas una vez
que establecían una misión, su primera
prioridad era nombrar a un fiscal y a un patrón, este debía ser una persona
honrada, responsable y de respeto, con
buena llegada entre su gente, su primera
obligación era por supuesto construir una capilla, para ello este patrón debía visitar a toda su comunidad
pidiendo la colaboración, en madera, en tejuelas, en horas de trabajo, y en
todo lo que hiciese falta para la construcción de la primera capilla, además debería conseguir
el terreno, si es que el sacerdote no lo lograba en los días de misión. Siempre se procuraba con mucho acierto el mejor lugar, que favorezca
la navegación o el acceso por tierra,
que tenga espacio suficiente para que en su alrededor se instalen viviendas, si es que ya no era una zona naturalmente
poblada, por ello estos lugares fueron en su gran mayoría las ciudades y villas
que hoy conocemos. Todos estos pueblos se levantaron alrededor de las iglesias
las que tomaron formas muy particulares que le valió ser nominadas muchas de ellas como patrimonio
de la humanidad.
Los sacerdotes que en un principio formaban parte de los
conquistadores españoles, pronto comienzan a buscar su propio financiamiento y
riquezas, para ello basan su economía en
la exigencia de diezmos y primicias las que son solicitadas a los encomenderos
y una vez establecidas las capillas y convertidos los nativos se hace
especial hincapié en predicar y establecer el cobro de diezmos
y primicias a través de los patrones.
Dejándose en ellos la responsabilidad de
cobrar, recolectar mantener y
repartir estos bienes si fuera necesario. El diezmo significaba la obligación moral de cada
cristiano de aportar el 10% de sus haberes a la iglesia, esto como un mandato de
Dios. Justificado en el antiguo testamento según algunos relatos bíblicos, esto se traducía que de lo que producía el
campesino, de cada 10 debía donar uno a la iglesia, si producía papas, de cada
10 sacos debía destinar uno a la iglesia, si se dedicaba a la tejuela, de
cada 10 paquetes, uno debía donarlo, si
eran terneros, de cada 10, uno debía ser
entregado a la iglesia, así en cada comunidad se podía reunir fácilmente 10 o
15 sacos de papas, muchas tejuelas y madera en general, animales, vacunos,
ovejas, cerdos y hasta aves de corral, a esto había que agregar las primicias
que son como los primeros frutos, y esto no solo de frutales, sino que los primeros
frutos del trabajo de los campesinos de cada temporada, entonces se agregaba a
este diezmo, el primer corderito de la temporada o si el campesino era
productor de vacunos, aparte de el diezmo regalaba el primer ternero
nacido, algo así como
para que le valla bien en la temporada.
Así el patrimonio de la iglesia si incrementaba mucho año a año, pero como muchas de estas comunidades estaban
tan distante de la casa parroquial, era
casi imposible hacer llegar estos bienes, entonces el patrón los administraba,
los animales los mantenía en su propio campo o en campos de los vecinos, los hacia abundar, como en la
parábola de los talentos, y si el bien era perecible, como las papas, el trigo
la avena y otros cereales , el patrón se encargaba de reducirlos a dinero,
vendiéndolos y guardando estos dineros
para cuando llegara el sacerdote o el pudiera
entregarlos en la parroquia.
También el patrón podía
repartir estos bienes a los más
necesitados de su comunidad, o en caso de alguna emergencia, como incendios,
terremotos, muerte inesperada, etc. Esta
caridad se hacia en nombre de la iglesia
y de cada una de estas donaciones el patrón debía rendir cuenta al menos
una vez al año, o cuando llegara la misión a su comunidad, al sacerdote que
llegase. Curiosamente uno de los bienes mas codiciados
en la antigüedad eran las velas, estas los hacían llegar los fieles a
las capillas como mandas o promesas a sus santos patronos, pero también eran
bienes muy codiciados por los campesinos,
pues la iluminación nocturna de los
hogares casi no existía, normalmente se usaban
unas mechas empapadas en manteca
o grasa en un recipiente de greda o
simplemente en una papa o nabo que se ahuecaba para tal fin, por tanto una vela
era muy preciada y el patrón podía hacer
muy buenos negociados con este bien de la iglesia. Por ello se requería de un
patrón muy honrado y de gran sentido
moral y social, pero que estuviera bajo el cuidado o supervisión del fiscal.
El patrón al ser encargado de la
economía de la capilla también estaba a cargo del cuidado de lo material, como
son la capilla, construcción, reconstrucción,
mantención, reparaciones; del cementerio,
en su cierre, mantención de cercos, mantención y cuidado del Campo Santo,
distribución de lugares o sepulturas a
los de la comunidad. Mantención de cierre perimetral del terreno donado para la
capilla, y por supuesto el especial cuidado de imágenes sagradas, altares, y
demás artículos religiosos de la
capilla, como hábitos sacerdotales, cuando los había, libros o novenarios,
cruces, etc. Por tanto el fiscal era el encargado de las llaves de la capilla, casa ermita y cementerio,
En la mayoría de las capillas al momento de donar un terreno para su construcción
se destinaba de inmediato una parte para
el cementerio. Luego se edificaba la capilla, y mas tarde se comenzaron a
levantar al lado de las capillas unas
pequeñas ranchitas que llamaron casa ermita,
normalmente estas eran solo una
cocina a fuego abierto al estilo chilote,
es decir un lugar para el
fuego cercado por grandes piedras y con
arena para cocer las tortillas o lo que hiciera falta, y un lugar en el rincón
con `piso de tabla que permitía
improvisar una cama con paja.
Esta servía como refugio tanto para la
gente de la comunidad como para el sacerdote en tiempo de misión, pues en
muchas comunidades muy pobre se negaban a recibir a un sacerdote o el sacerdote no sabia donde ir y prefería quedarse
en la casa ermita, esta siempre se mantenía con leña y generalmente se podía encontrar algunos utensilios como ollas o teteras, sal para cocinar, papas
y ajos. Así si el sacerdote llegaba de improviso, tendría lo esencial para pasar la noche o si era requerido por algún
viajero o alguien que hacia “quelcún”, el patrón facilitaba la casa ermita, mas
tarde se fueron ampliando y mejorando en su estructura y fueron el centro y
polo de desarrollo de todas las comunidades, se convirtieron en lo que hoy
serian las sedes de las juntas vecinales, en ella se reunía la comunidad
para tratar los problemas de caminos,
escuelas, puentes, canchas de futbol y de cuanta iniciativa naciera en la
comunidad. Y por supuesto de toda la actividad de la iglesia, que crecía a
medida que crecía la comunidad.
Con el paso de los años y a medida
que las comunidades crecían los patrones
fueron perdiendo atribuciones y manejo
de bienes, ya sea porque los caminos o medios marítimos de transportes
permitían la llegada mas continua del párroco, lo que les permitía manejar
ellos mismos sus propios bienes,
reduciéndose así la labor del patrón al servicio de la capilla a su mantención
y cuidado, al cementerio y la casa ermita, también con el tiempo, nacieron las
cofradías de los santos, entonces cada cofradía se hacia cargo de la mantención
y cuidado de su imagen, así la cofradía
de San Antonio se preocupaba de “su san
Antonio” y nombraba para ello un “patrón de imagen” de entre sus filas. Por
ello el patrón de la Capilla pasa a llamársele el Patrón Mayor, que de hecho
guarda la mayor responsabilidad y el
respeto de su comunidad y luego los otros patrones sean de imagen o no, se les nombre patrones segundo, terceros o cuartos según su
importancia, Antigüedad o respeto de su comunidad.
En la actualidad la institución de patrones se encuentra
plenamente vigente y no hay capilla que no tenga su fiscal mayor y su patrón
mayor, en los últimos treinta años se han incorporado las mujeres , tanto en la
cofradía de fiscales como de patrones, especialmente en la de patrones de santo, esto motivado sobretodo por el alejamiento de
los varones de sus comunidades de origen por demanda de trabajo, los que cada vez
son mas distantes con una demanda de
tiempo mayor fuera de sus hogares, donde han tenido que asumir todos los roles
la mujer, incluido el rol religioso que en la antigüedad estaba reservado solo
a los varones. El patrón en la
actualidad sigue siendo el responsable de la mantención de los recintos religiosos, maneja las llaves de la capilla y de alguna
manera los bienes si es que los hay. O es responsable de la conservación de
ellos, generalmente no usan ningún distintivo especial, pero en muchas comunidades
usan una pequeña bandera como distintivo en ceremonias importantes, en Calbuco donde
quizás esté mas arraigada y tenga mayor connotación histórica, los patrones
usan todos como distinción de su carácter una bandera generalmente blanca de
unos 30 por 50 cm. Aprox. Y en cada festividad religiosa, especialmente en las
de san Miguel hacen el saludo
tradicional, conocido como el “batido de bandera” que es un ceremonial
antiquísimo de sumisión, obediencia y
honor al santo patrono. Caracterizado
por reverencias y genuflexiones las
que se han convertido en la esencia del patrón mayor.